domingo, 11 de enero de 2009

¿Soy un bicho raro?

Debo ser un bicho raro porque me gusta levantarme temprano y salir a correr, o quedar con mis amigos para jugar un partidillo de futbol nocturno o simplemente hacer un poco de senderismo, esto sería de aficionado… el verdadero deportista es el que se preocupa de la competición, que tiene afán de superar a los demás, y si para eso hace falta firmar un contrato con una poderosa farmacéutica que me lleve a las mejores competiciones, se hace, eso sí teniendo cuidadín con dicha empresa haber si va a manchar mi reputación y en vez de beneficiarme me quita prestigio para que el público que tanto me adora me hunda de un momento a otro en la peor de las miserias, ser olvidado.
¿Qué es esto? ¿A qué estúpido extremo hemos llegado? ¿Dónde ven ustedes ahí el verdadero deporte? Nos escandalizamos por ridiculeces, todo esto no debería de estar pasando, incluso el propio gobierno (uno de los culpables más directos) trata el asunto como si fuera de extrema importancia, delega su poder en esa comisión porque este deporte del que tanto se habla podría afectar a su populismo, ¡el deporte!
Aquí sois todos víctimas de vuestra propia trampa, haber creado este mega-negocio del deporte en el que la salud es lo que menos importa porque antes hay un entramado de intereses políticos y sobre todo económicos que benefician a cuatro gatos, como se suele decir, y tienen al resto embobados frente al televisor. ¿Dónde está la preocupación por las condiciones de vida mundiales, por la destrucción del medio ambiente, por la educación…? Todo eso dará igual mientras Salutis esté utilizando como poste publicitario a unos ciclistas aprovechándose de su clamor social, la Oficina Gubernamental para la Prevención y Detección del Dopaje en el Deporte esté más pendiente de no tener rivales tecnológicos que de su propio trabajo, la Voz de la Afición se muestre ofendida por el hecho de que sus deportistas se dopen cuando lo que realmente les importa es que la empresa farmacéutica no sea extranjera y poder disfrutar del esfuerzo agónico de sus deportistas que no lo padecerían en caso de que se doparan, o cuando los propios ciclistas dejen de sacar partido a toda la situación para beneficiarse económicamente.
Yo critico desde aquí este absurdo debate que no lleva más que a asuntos irrelevantes, critico esta situación a la que hemos llegado en la que se olvida lo realmente importante, discrepo total y generalmente de la idea de deporte que se tiene y propongo desde lo que me permite este periódico que el deporte deje de ser un negocio y sea lo que tiene que ser un mero ejercicio corporal que desestresa, enriquece las relaciones sociales en vez de enfrentarlas en competición y mejora nuestra salud física y mental.

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